El Ministerio de Producción de Río Negro anunció ayer que pagará 500 pesos por cada puma muerto, ya que el felino es considerado una plaga en la provincia, donde ataca con frecuencia tanto al ganado vacuno como al ovino. Cansados de tener que enfrentarse con casos de pumas que se comen vacas y ovejas de los productores agropecuarios locales, las autoridades rionegrinas pusieron precio a las cabezas de los pumas: cada cazador recibirá 500 pesos por ejemplar muerto, informó el diario Clarín.
La medida generó una gran polémica en la provincia sureña, pero los especialistas aseguraron que el animal no está en peligro de extinción, al menos en la Patagonia argentina. El ministerio de Producción rionegrino puso a disposición de los cazadores trampas metálicas para atraparlos. Otro método es perseguir al animal con perros y ejecutarlos con un rifle.
"La suma que se paga oficialmente se aumenta, por otra parte, con un plus por cuenta de los propios ganaderos, que son los primeros interesados en terminar con esta plaga", explicó Martín Oscos, director general de Ganadería, en una comunicación con Radio Nativa de Viedma. Además, el funcionario aseguró que los fondos se extraerán de las tasas por guías de movimiento de hacienda.
La medida se suma a otras similares que se implementaron en Chubut y Santa Cruz, donde los gobiernos locales también pagan a quienes cacen a los felinos. "Es un subsidio encubierto a los peones de campo, es mucha plata", señaló Daniel Ramadori, director nacional de Fauna Silvestre de la Secretaría de Ambiente de la Nación. En todas las provincias patagónicas se permite la caza para control del puma, y en Neuquén y Río Negro incluso se permite la caza deportiva. Si bien no existen estudios exhaustivos en la materia, Ramadori aseguró que "en apariencia, hay muchísimos pumas en la Patagonia", por lo que la medida no debería poner en peligro la especie. "Se piensa que están en expansión, y están apareciendo en lugares donde hace poco no había, como Iberá (Corrientes)", señaló Ramadori, quien admitió que la medida se practica hace años pero "no soluciona el problema de la predación de ovejas".
"El problema es que no se hace un manejo adecuado del ganado. Son campos muy grandes y con poco cuidado del ganado, ya que lo juntan cada tanto. Así no se puede pretender que no coman ovejas", reconoció el funcionario. A causa de la sequía en el sur del país, los pastos están más ralos y hay menos animales, por lo que el puma tiene más espacio para afincarse. "Ya se sabe que si hay movimiento en los campos, tiende a alejarse", destacó Ramadori.
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