Cada una de las copas del “sostén de emergencias” se convierte en una máscara de seguridad contra sustancias tóxicas, una solución inspirada -por cierto- en el desastre de Chernobyl en 1986, que su creadora tuvo el infortunio de presenciar.
La prenda, disponible en un sexy rojo eléctrico, cuesta 29.99 dólares y funciona bajo parámetros básicos: sacar el sostén, desprender las copas, atarlas y, bueno, respirar. Pero no sólo eso, ya que también funciona como un sostén de amamantamiento o como un sostén sin sujetadores.
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