La última policía que quedaba en Guadalupe, una localidad mexicana vecina de la violenta ciudad de Juárez, donde funciona una red de narcotráfico, fue secuestrada el jueves pasado por un grupo comando que además incendió su casa y dos autos que estaban estacionados cerca. Erika Gándara, de 28 años, entró a la Policía de Guadalupe como operadora de radio, pero después de que asesinaran a varios de sus compañeros, y de que los siete que quedaban renunciaron tras el asesinato del alcalde, Jesús Manuel Lara, ella quedó sola frente a la tarea de patrullar las calles armada con un fusil R - 15. El jueves pasado, un grupo de 10 soldados de la red de narcotráfico que funciona en Juárez entraron a la casa de la oficial y se la llevaron, según confirmó la fiscalía de Chihuahua. La mujer, que es soltera y no tiene hijos, había quedado sola en la comisaría desde junio de este año. "Aquí nadie quiere entrar a la policía y tampoco hay presupuesto", había declarado en octubre pasado. Tras el episodio, las autoridades nacionales enviaron 25 soldados para proteger a la población de 9 mil habitantes que tiene Guadalupe.
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