Irán está listo para demostrar "lo que significa una auténtica guerra", si los estadounidenses atacan a la república islámica, declaró el ministro de Defensa del país Ahmad Vahidi, respondiendo a las amenazas de EE. UU.
La declaración del ministro, es la segunda amenaza que Irán lanza en los últimos días. El pasado sábado, fue el general Amir Ali Hayizadeh, jefe de la Sección Aeroespacial del Cuerpo de Guardianes de la Revolución iraní, quien aseguró que en caso de ser atacados responderían con una intervención militar contra el escudo antimisiles de la OTAN en Turquía, a cuya instalación el país se opone rotundamente pues asegura que dicho sistema defiende a Israel.
Según Ahmed Vahidi, Irán podría responder con un ataque de 150.000 misiles contra Israel si EE. UU. actúa militarmente contra Irán.
"Irán no es Irak ni Afganistán, si los estadounidenses cometen el error de atacar a Irán, les enseñaremos como se lucha", aseguró el ministro iraní el pasado domingo en un acto realizado ante miles de voluntarios Basij, los paramilitares islámicos, en Bushehr.
El mismo ministro agregó que "Israel debe ser castigado por sus acciones en Palestina y Líbano”.
Los expertos creen que Teherán no puede contar con un arsenal de misiles tan numeroso y capaz de alcanzar territorio israelí. Sin embargo, con el apoyo de Hamás, Hezbollah y Siria sí podría garantizar la intensidad de sus ataques a Israel.
Después de que un informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) señalara que el programa iraní no es exclusivamente civil y pacífico sino que tiene fines militares, el despliegue de noticias acerca de la tensión occidental contra Irán no ha dejado de crecer.
Tras anunciarse la imposición de sanciones financieras y energéticas por parte de EE. UU., reino Unido y Canadá contra el país islámico, Teherán continúa defendiéndose y amenazando con estar preparada para "una guerra".
La respuesta iraní a los británicos ha sido tajante: la república islámica reducirá sus relaciones bilaterales, tal como aprobó el domingo una gran mayoría en el Parlamento iraní, y expulsará de Teherán al embajador británico Dominick Chilcott. La medida fue calificada por la Cancillería inglesa como "lamentable".
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