Durante años, los restos de combatientes estadounidenses que llegaban a la morgue de la Base de las Fuerzas Aéreas de Dover, en el estado de Delaware, terminaron en la basura tras ser incinerados. La base, es el punto de entrada de los cuerpos de los efectivos caídos, en las guerras en el extranjero.
El teniente general Darrell G. Jones, subjefe de personal de las Fuerzas Aéreas, detalló al periódico estadounidense The Washington Post, que este procedimiento, era solo para los fragmentos que no fueron identificados en un principio, o que fueron recuperados de los campos de batalla más tarde. Comparó el proceso, con el que los médicos siguen para eliminar los deshechos quirúrgicos.
En el reportaje periodístico, también se mencionan otros casos controvertidos, como que la morgue perdió el tobillo de un soldado muerto, y recortó el brazo de un marino, para que su cuerpo cupiera en el ataúd. La práctica, que el general calificó como “común”, existió entre los años 2003 y 2008.
Gari-Lynn Smith, cuyo marido falleció en Irak en el 2006, recibió en la primavera del 2011 una carta de un alto mando de la morgue de Dover. En ella se le informaba que su pareja había sido ‘enterrada’ en un basurero. La mujer denunció horrorizada el hecho al periódico: “Lo único que me daba consuelo cuando perdí a mi marido fue que lo trajeron a Dover y lo trataron con dignidad, amor, respeto y honor. Saber que le tiraron en un vertedero me destrozó”.
Las Fuerzas Aéreas de EE. UU., han informado que desde junio del 2008 practican entierros en el océano. La morgue de Dover está ahora bajo investigaciones federales, por “fallos graves” en su gestión.
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