Una enigmática historia ha empañado la clínica Stepping Hill de Manchester, Gran Bretaña. Hace unas horas falleció en extrañas circunstancias un paciente de 83 años, Alfred Weaver. Su muerte es la quinta en una cadena fatal de incidentes parecidos en el centro, que son investigados por la policía local desde la semana pasada.
Todos los pacientes murieron recibiendo tratamiento por medio de cuentagotas: todos fueron envenenados mediante una solución salina alterada. Son George Keep, de 84 años; Arnold Lancaster, de 71; Tracey Arden, de 44, y una mujer de 84 cuyo nombre no se comunica. Otros once pacientes, que han sobrevivido al mismo intento de envenenamiento, están siendo interrogados por la policía.
La principal sospechosa de los asesinatos, Rebecca Leighton, enfermera de 26 años que trabajaba en Stepping Hill y atendía a los pacientes fallecidos, ya ha sido detenida. Es sospechosa de haber manipulado los medicamentos que suministraba a sus víctimas.
La administración de la clínica no ha hecho ningún comentario del caso, sin embargo ha apartado temporalmente a Rebecca Leighton del cargo.
En Stepping Hill se está realizando una investigación policial y, según los policías, no concluirá pronto debido a la gran cantidad de pruebas que deberán realizar.
Desde el momento en que salieron a la luz los detalles de la muerte de cinco pacientes, se han reforzado las medidas de seguridad del centro, en la clínica nadie se acerca al cuentagotas sin vigilancia, y el acceso a las medicinas está permitido solo a unas pocas personas. Según los mismos pacientes que recibían tratamiento en Stepping Hill, antes los medicamentos eran accesibles casi para todo el mundo. El piso de Rebecca Leighton fue examinado, pero todavía no se han revelado los resultados de la inspección. Y otro detalle: la página de Leighton de Facebook está llena de quejas sobre el trabajo. ¿Qué le hacía regresar al hospital? ¿Se atrevió a matar a sus pacientes? Y, ¿por qué? Solo queda esperar que la investigación policial dé respuestas a estas preguntas.
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