En Recife,
noreste de Brasil, bañarse en el mar sin compañía o practicar surf puede ser
mortal. Los tiburones atacaron a 56 personas desde 1992 luego de que fuera
alterado su hábitat, y convirtieron sus turísticas playas en un lugar de
forzada y dolorosa convivencia con humanos. Tiago de Oliveira, un bañista de 18
años, no logró sobrevivir a las heridas que le ocasionó un tiburón hace un mes
y medio.
Fue el primer
ataque de este año, y el segundo mortal desde 2009, según el Comité Estatal de
Monitoreo de Incidentes con Tiburones (Cemit) que lleva un registro desde 1992.
Charles Barbosa corrió mejor suerte, pero perdió sus manos cuando fue mordido
en 1999 por un tiburón toro mientras surfeaba en Recife, capital del estado de
Pernambuco, con 1,5 millones de habitantes.
"Logré
nadar un tiempo sin manos y con una herida en la pierna. Hubo un momento en que
no podía más porque perdí mucha sangre. Me estaba hundiendo cuando me
socorrieron", dijo Barbosa a la AFP. En total han sido 56 ataques de
tiburones de las especies tigre y toro que dejaron 21 muertos y 35 heridos en
las últimas dos décadas, según el Cemit.
Hasta 2004,
cuando se inició una campaña para prevenir los encuentros entre los escualos y
los humanos, se producían un promedio de 3,5 casos por año, una cifra que se
redujo a un promedio de 1,3 ataques anuales en los últimos seis años. En 2011
se produjeron en todo el mundo 75 ataques, la mayoría en Florida (EEUU), según
el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón.
En
contrapartida, son cazados por el hombre más de 100 millones de tiburones al
año. En Recife, más del 90% de agresiones de tiburones se concentran en 20 km
de playa de los 187 que tiene Pernambuco. La franja de riesgo está ubicada a
pocos metros de la costa, justo enfrente a la zona hotelera de la ciudad, una
de las sedes de la Copa del Mundo 2014.
Allí se
realizan los mayores esfuerzos para prevenir los ataques, que incluyen la prohibición
de nadar solo o surfear, placas de advertencia en rojo a lo largo de la playa y
un equipo de salvavidas cuya única arma es un collar de sonido que espanta a
estos peces, que pueden medir hasta seis metros. Los tiburones suelen atacar a
presas solitarias o enfermas para evitar un mayor gasto de energía, por eso los
expertos aconsejan ir al mar en compañía.
Recife, ruta
natural de tiburones: Detrás de los ataques hay
algo mucho más complejo que el supuesto instinto asesino del tiburón, explica
Alexandre Carvalho, director del Instituto de Investigaciones y Preservación
Ambiental Oceanográfico de Pernambuco. Muy cerca de las playas de Recife existe
una "autopista natural" marina por donde circulan los tiburones.
Cuando estos
animales buscan alimento se acercan mucho más a la costa. "Además está la
agresión humana al medio ambiente. Hay una gran explosión de desarrollo, la
elevada contaminación de los ríos, lo que genera una menor oferta de alimento
para el tiburón y lo obliga a aumentar su radio de caza", afirma Carvalho.
Por mucho
tiempo se creyó que los incidentes con tiburones se debían a la ampliación del
puerto de Suape sobre el río Ipojuca, en 1991, que forzó a los tiburones toro a
desplazarse hacia las playas de Recife para reproducirse. También se atribuían
a un matadero cercano que durante años arrojó millones de litros de sangre y
vísceras a un río que desemboca en el mar hasta que fue clausurado en 2005 por
daño ambiental.
Los escualos
eran atraídos por la sangre. Pero lo cierto es que Recife es una ruta natural
de tiburones, y a diferencia de las primeras décadas del siglo pasado, cuando
los ataques eran menos comunes, hoy las playas están repletas de gente.
"Los incidentes se producen porque entramos en su ambiente, invadimos el
espacio del animal", indica Carvalho.
Sin embargo,
los humanos no forman parte del menú de los tiburones. "No existe un
ataque deliberado. El tiburón explora, muerde, para saber si es comida. Los
surfistas, cuando se extienden sobre sus tablas, pueden ser confundidos con una
tortuga", según el experto. Jerónimo Pereira, un surfista de 35 años, cree
que el ataque que sufrió en noviembre, y que le dejó una cicatriz de 20 cm en
el muslo izquierdo, encuadra en esa explicación. "Creo que me confundió con
una presa. No vi nada, sólo sentí el dolor", dijo a la AFP.
Hace unos
meses se incentivó la caza selectiva de tiburones. La iniciativa no sólo
fracasó sino que reforzó la idea de que en Recife los hombres están obligados a
convivir con los tiburones. "Es imposible cerrar las playas. La única
solución es prevenir, educar e investigar. Dar respuestas a largo plazo para
tratar de disminuir los ataques", afirma Carvalho.
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