Una mujer en Paraguay asegura que una estampa del Divino Niño llora sin parar desde hace un año. Ella sostiene que las lágrimas del Niño Jesús son tantas que pueden llenar botellas y hasta bidones con el precioso líquido. Otra devota cree que es una manifestación para que los políticos atiendan a los niños que viven en el vecindario, ya que se trata de una localidad sumamente humilde.
Según la propietaria de la estampa, doña Zunilda Medina de Uribe (60), vecina de las calles Teniente Rojas Silva e Indio Guaraní, barrio 29 de Septiembre, Villa Elisa, departamento de Central, el fenómeno comenzó hace exactamente un año, el 10 de septiembre del 2009, a las 10 de la mañana. “Por eso hoy (por ayer) rezamos también a esa hora. Para nosotros es un milagro”, señaló la mujer.
Todo comenzó hace un año y seis meses, cuando una de sus hermanas le regaló una estampa del Divino Niño Jesús. Dos días antes de la fecha señalada anteriormente, doña Zuni se despertó en medio de la madrugada y tuvo la impresión de que un niño volaba dentro de su pieza. Le pareció que era la imagen del Niño Jesús que ella tiene para sus pesebres. Se levantó, encendió la luz y no encontró nada. “Mi primera impresión fue de que yo estaba loca”, dijo.
Cuando se hizo de día, sintió ansias para ir a la casa de uno de sus hijos. Llevó hasta ahí la imagen del Niño Jesús que coloca en sus pesebres y, todos juntos, con velas encendidas recorrieron la casa rezando.¿Milagro? Ya el día en que el fenómeno comenzó, doña Zuni había ido a la despensa, como suele hacerlo todos los días. Al volver, le recibió uno de sus nietos, quien, a los gritos, le avisó que el Niño Jesús de la estampa estaba llorando.
“Me dijo mi esposo que ellos escucharon algo que goteaba y después de ver que era la estampa, prendieron la luz de la pieza y comenzaron a buscar por el techo, por la pared, alguna pérdida de agua. Y era nomás el Niño que lloraba. Hasta hoy nos preguntamos qué significado tiene este milagro. A veces, hasta una luz es visible alrededor de su corona (en la estampa)”, mencionó la mujer.
Doña Zuni fue a preguntarle a un pa’i acerca de lo ocurrido. Dice que lo primero que el sacerdote le preguntó fue “si lloraba sangre o agua”. “Cuando yo le dije que era agua, entonces él me preguntó si había niños sin bautizar en mi casa. Y había dos. Enseguida fuimos a bautizarlos, pero el milagro continúa hasta el día de hoy. Nosotros juntamos sus lágrimas en botellitas, podemos llenar hasta bidones. Es la primera vez en mi vida que me pasa algo así”, aseguró ña Zuni.
Según doña Zunilda Medina viuda de Zárate, también le llama la atención cómo el cartón delgadito de la estampa no se descompone, a pesar de la cantidad de lágrimas con que se viene mojando desde hace un año. Todos los meses, entre los días 12 y 20, ella reza una novena al Divino Niño en compañía de otras devotas. “Con tantas lágrimas, el hecho de que la estampa no se deteriore es un milagro”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario