“Al tercer día estar en coma me despertó la Virgen María con un beso en la mejilla, estaba al lado de mi cama; y más allá lo vi al Papa Juan Pablo II”. Este es el relato que, entre lágrimas, contó a Claudia Requena (40), quien ayer fue dada de alta, tras dos meses de internación por una hemorragia cerebral de la que sobrevivió luego de una inédita neurocirugía.
La paciente es maestra desempleada, madre sola de 4 hijos, sin obra social ni antecedentes de hipertensión. Hace dos meses sufrió la rotura de un aneurisma cerebral, que le causó una hemorragia masiva intracraneana, que tiene un 70% de mortalidad. Entre los que logran sobrevivir el 20% queda con graves secuelas (habitualmente parálisis) y sólo el 10% resulta ileso.
A la Virgen la describió como “joven, bonita, de piel trigueña. Con dos mantos sobre su cabeza: uno blanco que le tapaba la frente, y encima uno celeste que caía sobre sus hombros. No habló, sólo tomó mi mano y me besó una mejilla, entendí que estaba conmigo y me amaba. A un costado lo alcancé a divisar al Papa Juan Pablo II, sobre una silla de caño blanco, que dulcemente me dijo ‘estás protegida’. Ahí me di cuenta que estaba en una cama de hospital”.
Dice que desde ese momento ha estado tranquila y optimista, consiente que desde el comienzo fueron demasiadas las casualidades que confluyeron para que recibiera asistencia precoz. Y que luego apareciera el dinero para importar desde Francia los insumos necesarios para una operación que nunca antes se había hecho en el norte del país.
Tras acceder a una inédita y muy costosa cirugía para el NOA, la mujer salió ayer de alta, ya recuperada.
“Lo primero es agradecer al Ministerio de Salud Pública y al hospital San Bernardo; nunca hubiera podido disponer de los casi 150 mil pesos que costó todo esto” dijo la señora, que hasta ahora no desembolsó un solo centavo. Luego hizo un reconocimiento a su neurocirujano, Emilio Benítez (h), “y a toda la gente del Servicio de Neurocirugía del San Bernardo. En especial a las enfermeras, que en estos dos meses han estado las 24 horas pendientes de mí”.
Contó que el pasado 13 de julio, “a las 2 de la tarde, estando en casa, le empezó a doler fuerte la cabeza. “Al acostarme siento un tirón muy intenso y doloroso en la nuca. Mi hija llamó enseguida al SAMEC al verme pálida, con las manos duras y agarrotadas, calambres en la boca y los pies. La ambulancia llegó enseguida. Estaba conmigo la doctora cuando convulsioné, perdiendo el conocimiento. Antes de las 6 de esa tarde estuvo la tomografía que dijo que era un derrame cerebral y me pudieron compensar. Todo fue rapidísimo”.
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