Los occidentales están fracasando en Afganistán y la retirada de sus tropas de combate, previsto para fines de 2014, podría precipitar al país en la guerra civil, advierte un informe el instituto de investigaciones International Crisis Group (ICG).
Nueve años después de entrar en el país, la coalición internacional que encabeza Estados Unidos no ha logrado neutralizar la rebelión talibán, ni ganar la adhesión de la población, ni implementar un Estado y fuerzas de seguridad sólidas, subraya el centro de reflexión basado en Bruselas.
La coalición tiene actualmente desplegados, para apoyar al gobierno del presidente Hamid Karzai, más de 140.000 soldados extranjeros, dos tercios de los cuales son estadounidenses. No obstante, pese a los refuerzos occidentales, la insurgencia ha ganado terreno en los últimos años y causa cada vez más pérdidas a los aliados (662 muertos en 2010, contra 521 en 2009, según el sitio web especializado icasualties.org), alimentando la impopularidad de la guerra en Occidente.
"Hay poca evidencia de que las operaciones (de Estados Unidos y de la OTAN) hayan debilitado el impulso que tiene la rebelión (...). Los talibanes están más activos que nunca y siguen teniendo santuarios y apoyos en Pakistán", anota el ICG.
El número de civiles muertos ha aumentado en un tercio durante el primer semestre de 2010 (1.171 según la ONU), recuerda. La estrategia de los occidentales se basa principalmente en las fuerzas afganas, que se supone están destinadas a garantizar la seguridad de todo el país desde finales de 2014, según el plan aprobado la semana pasada en la cumbre de la OTAN en Lisboa.
La policía, sin embargo, es "corrupta, brutal y codiciosa" y al ejército lo manipulan varios caudillos militares, señala el informe. Sin una suficiente capacitación y corroídas por las deserciones, las fuerzas afganas "ofrecen escasa resistencia a los talibanes", indica el ICG, que concluye que la prevista retirada gradual de las fuerzas occidentales no es, en este marco, la solución para Afganistán.
"Sin apoyo exterior, el gobierno se derrumbará, los talibanes controlarán la mayor parte del país y los conflictos internos empeorarán, haciendo temer el regreso de la destructora guerra civil de los años 1990", subraya.
"Muy poco se ha hecho para desarrollar las instituciones políticas, la autoridad local y un sistema judicial eficaz, y este vacío ha sido colmado por los rebeldes y los políticos criminales", dice el ICG, que atribuye este fracaso en primer lugar a las "sucesivas administraciones estadounidenses". El fracaso de Occidente en cuanto a construir un Afganistán sólido es aún más clamoroso en la medida en que, con este objeto, durante nueve años, se ha gastado decenas de miles de millones de dólares. Este flujo de dinero ha alimentado sobre todo la corrupción, ha atizado las rivalidades dentro de la élite afgana y ha generalizado la impunidad, según el ICG.
El ICG juzga duramente también la estrategia de tratativas de paz que promueve Karzai, la que ha sido rechazada siempre por los talibanes. Esta puerta abierta a los talibanes puede incendiar las ya tensas relaciones entre las comunidades y alimentar la inseguridad, considera. Todo esto "no va a ayudar a los afganos, ni resolver los problemas de seguridad causados por la desintegración del Estado", subraya Samina Ahmed, directora del ICG para Asia del Sur.
Nueve años después de entrar en el país, la coalición internacional que encabeza Estados Unidos no ha logrado neutralizar la rebelión talibán, ni ganar la adhesión de la población, ni implementar un Estado y fuerzas de seguridad sólidas, subraya el centro de reflexión basado en Bruselas.
La coalición tiene actualmente desplegados, para apoyar al gobierno del presidente Hamid Karzai, más de 140.000 soldados extranjeros, dos tercios de los cuales son estadounidenses. No obstante, pese a los refuerzos occidentales, la insurgencia ha ganado terreno en los últimos años y causa cada vez más pérdidas a los aliados (662 muertos en 2010, contra 521 en 2009, según el sitio web especializado icasualties.org), alimentando la impopularidad de la guerra en Occidente.
"Hay poca evidencia de que las operaciones (de Estados Unidos y de la OTAN) hayan debilitado el impulso que tiene la rebelión (...). Los talibanes están más activos que nunca y siguen teniendo santuarios y apoyos en Pakistán", anota el ICG.
El número de civiles muertos ha aumentado en un tercio durante el primer semestre de 2010 (1.171 según la ONU), recuerda. La estrategia de los occidentales se basa principalmente en las fuerzas afganas, que se supone están destinadas a garantizar la seguridad de todo el país desde finales de 2014, según el plan aprobado la semana pasada en la cumbre de la OTAN en Lisboa.
La policía, sin embargo, es "corrupta, brutal y codiciosa" y al ejército lo manipulan varios caudillos militares, señala el informe. Sin una suficiente capacitación y corroídas por las deserciones, las fuerzas afganas "ofrecen escasa resistencia a los talibanes", indica el ICG, que concluye que la prevista retirada gradual de las fuerzas occidentales no es, en este marco, la solución para Afganistán.
"Sin apoyo exterior, el gobierno se derrumbará, los talibanes controlarán la mayor parte del país y los conflictos internos empeorarán, haciendo temer el regreso de la destructora guerra civil de los años 1990", subraya.
"Muy poco se ha hecho para desarrollar las instituciones políticas, la autoridad local y un sistema judicial eficaz, y este vacío ha sido colmado por los rebeldes y los políticos criminales", dice el ICG, que atribuye este fracaso en primer lugar a las "sucesivas administraciones estadounidenses". El fracaso de Occidente en cuanto a construir un Afganistán sólido es aún más clamoroso en la medida en que, con este objeto, durante nueve años, se ha gastado decenas de miles de millones de dólares. Este flujo de dinero ha alimentado sobre todo la corrupción, ha atizado las rivalidades dentro de la élite afgana y ha generalizado la impunidad, según el ICG.
El ICG juzga duramente también la estrategia de tratativas de paz que promueve Karzai, la que ha sido rechazada siempre por los talibanes. Esta puerta abierta a los talibanes puede incendiar las ya tensas relaciones entre las comunidades y alimentar la inseguridad, considera. Todo esto "no va a ayudar a los afganos, ni resolver los problemas de seguridad causados por la desintegración del Estado", subraya Samina Ahmed, directora del ICG para Asia del Sur.
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