En 1979, la familia Pereira descubrió que en el suelo de la cocina de su casa, en el pueblo de Bélmez, al sur de España, se iba formando el rostro de una persona. Lo que al principio parecía una simple mancha creada por la humedad, se convirtió en uno de los misterios más increíbles de todo el mundo.
Pocos días después, una nueva cara se forma en el suelo de la casa de los Pereira, quienes deciden notificar al ayuntamiento de Jaén sobre el caso y encontrar una respuesta a tan extraña situación. Tras una ardua excavación, descubren que la vivienda se encontraba encima de los restos de lo que era un cementerio del siglo XVIII, menciona el sitio rincondelmisterio.com.
El parapsicólogo Germán de Argumosa y un equipo de especialistas, visitaron la casa para encontrar una respuesta al misterio; sin embargo, no obtuvieron resultados y los rostros continuaron apareciendo en el suelo de la casa, señala el sitio ctv.es.
La casa de los Pereira y las caras comenzaron a ganar fama internacional. Personas de todo el mundo visitaban la casa con el fin de verlas.
Investigadores asistieron al lugar tratando de demostrar que todo era una falacia; pero, nunca pudieron afirmar la veracidad ni la falsedad de los rostros. Los investigadores desecharon la teoría de que las caras estaban hechas a partir de sales de plata, que al reaccionar con la luz, se formaban como un dibujo.
Durante tres meses, el inmueble permaneció cerrado y bajo vigilancia. Un grupo de investigadores fotografió el suelo. Al abrirlo, se descubrieron nuevos rostros y algunos antiguos que se habían cambiado de sitio.
Tras la muerte de María Gómez, en 2005, dueña de la casa, aparecieron nuevos rostros en el lugar; aunque los escépticos mencionan que las nuevas caras fueron fabricadas.
En mayo de 2007, se publicó el libro “Las caras de Bélmez“, en el cual el autor, Francisco Máñez, afirmaba que el caso era un fraude desde el primer día y que los rostros habían sido pintados por la familia Pereira.
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