Con la presencia de unas 50 personas y con la previsión de que arriben a Cachi otros 250 participantes, comenzó ayer, con un relato espectacular, el primer encuentro de ovnilogía de Salta, organizado por Antonio Zuleta. Cuenta con el auspicio de la Municipalidad local, situada a 156 kilómetros al sur de la capital y a 2.280 metros de altura.
El primer disertante fue el piloto de naves aerofumigadoras de Joaquín V. González, Antonio Galvagno, protagonista de uno de los casos más impactantes en la misteriosa temática relacionada a los platillos voladores, llamado el “Roswell argentino”.
“Eran las 13.45 del 17 de abril de 1995. Estaba almorzando con mi esposa y mis hijos en mi casa de Joaquín V. González, hacía calor, no había una sola nube en el cielo y no corría ni la más mínima brisa”, comenzó Galvagno.
“De pronto sentimos un ruido extraño, luego dos explosiones tremendas. Salimos a la calle, miramos hacia lo alto y vimos una figura metálica gigantesca con forma de un plato descomunal, de más de 500 metros de diámetro, que caía incandescente”, señaló. “La vimos por unos segundos mientras se desplazaba hacia el sur, hasta que cayó. Luego se elevó una gigantesca columna de humo. Inmediatamente eché a andar mi flamante monomotor Fly Star 0km y fui a sobrevolar la zona, pero no hallé nada. Cuando regresé a Joaquín V. González y con 30 amigos armamos un equipo de búsqueda. Al amanecer, la zona fue invadida por ciudadanos norteamericanos, todos vestidos de negro, con anteojos oscuros, motocicletas todo terreno y camionetas 4x4”, recordó. “La intendenta, Irma Caro, alarmada, se comunicó a Buenos Aires y recibió la noticia de que los extraños sujetos eran norteamericanos y que podían permanecer en la zona por un convenio entre Estados Unidos y Argentina, mediante el cual tenían carta libre para investigar en el país el fenómeno ovni. En ese mismo momento me enteré de que estaba actuando el Centro de Investigaciones Tecnológicas Espaciales de la Fuerza Aérea Argentina, no le di mayor importancia y me dirigí hasta la pista. Allí, un gringo trató de impedirme el paso, pero no le hice caso. Llegué volando hasta el punto de impacto”, continuó.
Galvagno cerró su relato: “De pronto, el motor se detuvo y mi avión cayó. Días después los hombres de negro desaparecieron. La Fuerza Aérea Argentina me citó y dos oficiales me dijeron que una nave extraterrestre, detectada por la NASA, había sido derribada”.
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