El hijo de la mujer condenada a lapidación relató que las autoridades le avisaron a su madre que sería ahorcada en la madrugada. Escribió su testamento y se despidió, pero la sentencia no se cumplió.
Sakineh Mohammadi Ashtiani abrazó a sus compañeros de celda, hizo una oración a Alá, terminó de escribir su testamento y se preparó para morir. Era sábado por la noche y las autoridades de la prisión de Tabriz le habían avisado que sería ahorcada en las horas siguientes. Pero resultó un simulacro.
Según denunció su hijo Sajad en una entrevista que le realizó el diario británico The Guardian, la ejecución no se cumplió. Ashtiani, condenada a lapidación por adulterio, seguirá presa a la espera de que el régimen de Teherán se decida a matarla o que la movilización que su caso ha despertado en el mundo le salve la vida. "La presión de la comunidad internacional hasta ahora les ha impedido llevar a cabo la condena, pero ellos la están matando día a día por todos los medios posibles", se desesperó Sajad.
El simulacro de ejecución ocurrió luego de que las autoridades de la prisión prohibieran las visitas familiares a Ashtiani, previstas por la ley. Le mintieron al decirle que sus hijos no querían verla, y viceversa.
Sajad, de 22 años, comprobó el último tormento psicológico contra su madre cuando hablaron por teléfono. "Están furiosos por la protesta internacional, y se están vengando con ella", alertó el joven. "A medida que aumenta la presión sobre Irán, ellos incrementan el maltrato".
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