Sectores conservadores japoneses exigieron la renuncia del ministro de Justicia, Minoru Yanagida, luego de que dijera que su trabajo era fácil y que no sabía por qué se lo habían dado.
Se afirma que Yanagida dijo que tenía que recordar sólo dos frases en el parlamento: "no comento casos individuales" y "estoy actuando en conformidad con la ley y la evidencia".
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