En la Luna hay mucha agua en forma helada y nieve, repartida entre los cráteres y llanuras más umbríos del planeta. Esta conclusión se hizo posible tras un año del análisis espectroscópico de la pólvora elevada, mediante la caída programada de la tercera etapa de un cohete en la sombra del cráter lunar, Cabeus.
El cohete Centaur lanzado en julio de 2009 llevó al espacio interplanetario a dos satélites del nuevo proyecto de la NASA, pero prosiguió con su misión, acompañando a ambos vehículos hasta el choque con el suelo lunar. Después de la colisión, el 9 de octubre del año pasado, el satélite de observación remota y detección de cráteres lunares —LCROSS por sus siglas en inglés— fotografiaba sistemáticamente la zona adyacente al sitio del choque.
Durante varias décadas, después del viaje a la Luna de la misión tripulada de Apolo, los científicos teorizaban sobre la posibilidad de encontrar allí agua helada en sitios especiales de la superficie, como en particular en cráteres que se encuentran en la sombra permanente. El experimento con el LCROSS comprobó la conjetura. Por lo menos en el lugar del choque se detectó la presencia de 26 galones (casi 100 litros) de agua. Su masa constituía del 5,6% al 8,5% de toda la mezcla sublevada, lo que supera el índice mediano de humedad del desierto del Sáhara que oscila entre los 2 y los 5% de agua.
Como consecuencia de la caída de Centaur, se levantó la cola de gas, de pólvora y escombros de la roca y del cohete, que han sido analizados detalladamente por los químicos y los astrofísicos de la NASA a través de los aparatos del programa. Las cámaras infrarrojas y ultravioletas de LCROSS y el espectrógrafo ultravioleta del segundo satélite —LRO— facilitaron no solo la detección de diversas materias en la nube, sino la mediación exacta de sus cantidades.
Es más, señalan los científicos un año después, el satélite terráqueo es un depósito riquísimo de recursos útiles. El espectro registrado testimonia la presencia bajo la temperatura alrededor de 1.000 C kelvin de unos 140 kilogramos del hidrógeno molecular, 160 kilogramos del calcio, 120 kilogramos del mercurio (en la Tierra se consideraría como un yacimiento), 40 kilogramos del magnesio y 570 kilogramos de monóxido del carbono (el gas 'atufado': el menos valioso componente).
Ahora todos los datos del experimento están abiertos al público y el resumen del análisis están publicados en la reciente edición de la revista norteamericana Science. “Este lugar es una especie de la cámara de tesoros con aquellos elementos, enlaces, que se habían liberado por toda la Luna, y en su totalidad se reunieron en un lugar de la sombra permanente”, destacó refiriéndose al cráter Cabeus uno de los autores de esa selección ejemplar de artículos, Peter Schultz de la Universidad de Brown.
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