La
denuncia presentada ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones
Unidas, por parte de las princesas Sahar y Jawaher –de 42 y 38 años
respectivamente- afirma que se encuentran en el complejo real en Yeddah, una de
las residencias del máximo monarca árabe.
Las dos princesas, que pertenecen a la
casa reinante de Al-Saud, están “detenidas e incomunicadas”, según confirmó su
madre Al Anoud Al Fayez, que se encuentra divorciada del rey. Al Anoud, dijo
que sus hijas están “encarceladas, retenidas contra su voluntad y aisladas del
mundo”, según declaraciones que publica el diario británico Sunday Times.
Un país donde las mujeres son realmente de segunda clase: La denuncia ante el Alto Comisionado para los Derechos
Humanos de la ONU, se produce apenas semanas después que se frustrara una
movilización femenina en Arabia, procurando que las mujeres sean autorizadas a
conducir automóviles, el último país en el mundo que mantiene esa prohibición.
La Shariah, o ley religiosa que dicta
todo lo que una mujer puede hacer y no en Arabia, mantiene vigente que les está
prohibido viajar, salir a comprar o incluso someterse a determinados
tratamientos médicos sin el permiso y constancia del mismo de sus tutores
masculinos: padres, hermanos, maridos o hijos, dependiendo del estado civil de
la mujer en cuestión.
Si bien algunas mujeres tienen el
privilegio de poder pedir el divorcio –las de la familia real por ejemplo-
deben mantenerse alejadas de la vista de los hombres.
El rey acusado ante ONU, está
divorciado de una de sus mujeres, aunque es la excepción entre las otras nueve
que ha tenido, de las que tiene una treintena de hijas e hijos.
De las dos princesas cautivas, Sahar
es culpada de “revolucionar” a las mujeres, en tanto en los años 90´, consiguió
trabajo como cajera en un banco. El rey ordenó la despidieran y la mantiene
cautiva, según afirma la denuncia. LR21.
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