El empresario de Qingdao, en la provincia china de Shandong, dijo que el motor de su auto superlujoso, un Lamborghini Gallardo L140, comenzó a fallar en noviembre de 2010, apenas seis meses después de que lo comprara. Como cualquiera lo haría, se contactó con la concesionaria Lamborghini de Qingdao y se le envió un remolque para llevar el auto a un taller.
Pero cuando se lo devolvieron, su dueño notó que el problema no se había solucionado y que encima el paragolpes y el chasis habían sido dañados, probablemente al remolcarlo.
Entonces, como era de esperar, el dueño llamó al taller debido a los problemas que tenía el auto pero la gente de mantenimiento negó sus reclamos y simplemente ignoró los derechos del consumidor, así que al dueño no le quedó otra que hablar con el mismísimo gerente general de la división china de Lamborghini, Stephan Winkelmann, luego con los fabricantes y con el encargado de ventas para la región de Asia y el Pacífico y hasta con el Grupo Volkswagen, que posee la marca. La cuestión es que nadie se hizo cargo de lo que había sucedido. Frente a esta ofensa, el furioso dueño pensó que no había nada que hacer, excepto una sola cosa.
Contrató a un grupo de trabajadores de la construcción para destruir públicamente a su defectuoso Lamborghini Gallardo, precisamente en el Día de los Derechos del Consumidor, para atraer la atención de los problemas que enfrentan los consumidores chinos. Dice que las grandes marcas sólo buscan explotar el mercado chino e ignorar los intereses y derechos de los clientes.
En China, un Lamborghini Gallardo se vende entre 530.000 y 757.000 dólares, según las características y especificaciones que tenga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario