Los científicos neozelandeses comenzaron las pruebas para analizar el whisky escocés rescatado de los hielos antárticos a principios de este año. La bebida, de la exclusiva marca McKinlay & Co que ya no se fabrica, tiene unos cien años de edad y fue dejada en la Antártida en 1909 por el famoso explorador irlandés Ernest Shackleton.
La información sobre la existencia del 'tesoro de alcohol' apareció en 2006 cuando fue descubierto el campamento de Shackleton, donde hallaron cinco cajas de whisky y brandy, sin embargo los investigadores no podían sacarlas del hielo. El hielo había agrietado alguna de las cajas y se había formado en su interior, lo que hizo la extracción del contenido un trabajo muy delicado.
La expedición de febrero fue equipada con el dinero dado por la compañía escocesa Whyte & Mackay que distribuye la marca McKinlay. La empresa tomó la decisión de analizar la composición de la bebida hallada para intentar elaborar un whisky con la misma mezcla y volver a la producción de la receta que desapareció hace años.
La expedición rescató una caja y la entregó al Museo Canterbury en Christchurch (Nueva Zelanda). Los especialistas no excluyen la posibilidad de que una parte de la bebida conservara su estado líquido.
"Tienen la esperanza de que quede suficiente alcohol y que esté en buen estado para que pueda ser analizado y se pueda elaborar de nuevo. Ha estado bajo el hielo durante 100 años. La realidad es que las muestras son muy limitadas, por lo que nos tendremos que centrar en su conservación y no en catarlo", bromea Nigel Watson, director ejecutivo de la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Antártida de Nueva Zelanda.
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