Carlos tiene 26 años, y hace cuatro que trabaja haciendo vigilancia en el edificio donde antes funcionaba el Hospital de Niños “Eva Perón” de esta ciudad. Cumple esa función desde seis meses antes del traslado del centro asistencial a su nuevo edificio, y es quien asegura que siempre se vivieron extrañas situaciones en el lugar.
Relata con absoluta seguridad sobre ruidos, quejidos, murmullos, abrir y cerrar de puertas que escuchan por los desolados pasillos y habitaciones del lugar. Dice no ser el único que experimenta estas situaciones, sino que también le ocurren a sus compañeros de trabajo.
Y aporta un dato singular: sucede a cualquier hora del día, no sólo de noche, como muchos supondrían.
Quizás la más singular de estas experiencias -y una de las más recientes- es la que quedó registrada en el Libro de Guardia, donde se anotan todas las novedades del servicio. En ese cuaderno espiralado, el 19 de julio quedó asentado un hecho sin explicación.
“Un día estaba haciendo la ronda y fui a la cocina porque se escucha un murmullo en el pasillo. Llamé a mi compañero y escuchábamos que varias personas hablaban muy concentradas. Fuimos acercándonos y notamos que las voces provenían del despacho de la Dirección. Tocamos el picaporte como para abrir la puerta y se callaron. Pero después no se encontró nada. Y esa oficina no tiene otra salida que la puerta donde estábamos nosotros”. La novedad fue anotada e informada al día siguiente a la responsable del área, que revisó su oficina y no halló absolutamente nada fuera de lugar.
El relato más reciente, es el de una empleada de la dependencia que allí funciona actualmente, de que caminando por un pasillo vio a un hombre alto, vestido de negro, parado frente a una puerta. Cuando pasaba ya, advirtió que en esa oficina no había nadie a esa hora, por lo que volvió sobre sus pasos para preguntarle a quién buscaba o qué deseaba, pero no lo encontró, había desaparecido repentinamente. Lo insólito del caso fue que cuando le preguntó al guardia que estaba en el hall que da acceso a ese pasillo, él le dijo que nadie había entrado ni salido de allí.
“Había pasado un año desde que el hospital había quedado vacío, y comenzaron a escucharse muchas cosas extrañas. Bebés que lloraban en la parte donde funcionaba la terapia, fue algo que se escuchó por las noches durante todo un mes. También se oyen murmullos, se ven sombras, y esto no es algo que me pasa sólo a mi, mis compañeros también ven y escuchan lo mismo”, asegura Carlos.
Si bien parece que la mayoría de las personas que trabajan en el servicio de vigilancia del lugar parecen haberse acostumbrado a estas situaciones, algunos la pasaron mal por las apariciones de las que fueron testigos.
Relató con asombro, que en una oportunidad, un compañero suyo hasta llegó a hablar con una aparición, por lo cual debió ser asistido luego de sufrir un desmayo, después de la insólita experiencia.
“Una vez, dos compañeros fueron a realizar una recorrida por la parte de arriba del edificio, donde se encuentra la cocina. En un momento, uno de ellos vio que el otro hablaba con alguien y se quedó mirándolo. De pronto dejó de hablar y cayó desmayado. Entonces lo auxilió, y lo calmó una ves que reaccionó, porque estaba muy alterado y no dejaba de llorar”, relató Carlos.
La historia siguió cuando el compañero que se había desmayado le comentó lo que había visto: “Era una mujer que le decía que trabajaba en la cocina, que había tenido a su hijo de este hospital y se lo habían llevado a La Banda, y le pedía que por favor lo ayude a buscarlo porque lo quería ver, y ahí fue que se desmayó”.
Siguiendo con este tipo de experiencias, Carlos recordó también que no hace mucho, estaba con su compañero escuchando música, luego se fue al baño y al regresar escuchó que se reiniciaba una computadora, pero ninguna estaba encendida a esa hora.
“Vino mi compañero y me preguntó si había escuchado el ruido de la computadora. Los dos escuchamos lo mismo y no estábamos a la par, estábamos distanciados. También me dijo que me había visto salir de una de las salas donde había computadoras vestido de negro, y yo en ese momento estaba de blanco”, prosiguió el custodio al insistir en que “se veían muchas sombras” en el lugar.
Otro momento extraño vivió Carlos un domingo a las seis de la mañana, cuando escuchó “el sonido de un órgano y como coros en la parte de arriba; que sonaban y dejaban de sonar”. Analizando el sonido, Carlos entiende que “no hay posibilidad de que sea de los vecinos porque viven lejos y es gente grande”.
A lo largo de toda la entrevista, el guardia fue consultado sobre posibles explicaciones lógicas, como el eco de sonidos que se deformen o que provengan de las casas vecinas, pero siempre insistió en que se trataba de sonidos muy específicos y que en varias de estas oportunidades, como consta en sus relatos, fueron percibidos por dos personas, juntas o separadas, pero del mismo turno.
Desde el edificio del lado también se escuchan ruidos: Según relató Carlos, docentes de la Escuela Especial Hellen Keller, ubicada sobre el pasaje Muñiz, en donde anteriormente funciona la guardia de urgencias del desmantelado Hospital de Niños Eva Perón, le preguntaron no hace mucho, a dos empleadas de las dependencias públicas que actualmente funcionan sobre la calle Sáenz Peña si allí alguien usaba las viejas máquinas de escribir, a lo que la respuesta fue negativa, ya que en dicha dependencia sólo se utilizan computadoras.
La curiosidad fue ahora de las empleadas, que preguntaron a las docentes la causa de su interrogante, ante lo que les dijeron que del otro lado (de la Escuela Especial), solían escuchar el clásico y rítmico golpeteo de las viejas máquinas de escribir en el área de administración.
Consultado el director del Instituto de Rehabilitación que comparte el espacio con la escuela Hellen Keller, el Dr. Jorge Ábalos, mencionó que no conocía puntualmente ese caso, y admitió que habían llegado a sus oídos comentarios de esa naturaleza, a pesar del relativo poco tiempo que allí trabajan, desde febrero de este año, ya que se está construyendo una nueva sede para ambas instituciones.
El Dr. Ábalos relató que le consultó a uno de los efectivos que realizan guardias nocturnas por estos comentarios, y éste le respondió afirmativamente, en el sentido de que varios de ellos habían relatado escuchar llantos de niños en donde antes funcionaba la terapia intensiva del viejo hospital, muebles que se corren, puertas que se abren, etc.
Incluso, el guardia de turno le contó al Dr. Ábalos que todas las noches cierran una puerta que está en el pasillo que lleva hacia la parte de atrás del edificio, y que siempre la vuelven a encontrar abierta, al mismo tiempo que se la mostraba en una circunstancial recorrida: “Ésta es”, señaló el efectivo, a lo que el director le preguntó qué era ahí, y el guardia le respondió: “La morgue”.
De todas maneras, la puerta es de chapa y no tiene ningún tipo de cerradura o picaporte, o sea que se cierra a presión contra el marco, lo que explicaría fácilmente el supuesto fenómeno, ya que es bien conocido que los metales se dilatan y contraen con facilidad, de forma que de día podría permanecer trabada por estar dilatada y de noche, cuando naturalmente baja la temperatura, podría contraerse liberándose de la presión del marco y quedando expuesta a abrirse con cualquier corriente de aire.
“En realidad, era un tema que ya venía pensando, y para que todos nos quedemos tranquilos estuve pensando en hacer bendecir las instalaciones”, reveló finalmente el Dr. Ábalos, quien de esta manera buscará que estas situaciones no se extiendan más.
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