La tierra
volvió a temblar en Irán, dejando una vez más numerosos muertos. En los pueblos
de la provincia noroccidental de Azerbaiyán Oriental, la vida y la existencia
quedó destruida en cuestión de segundos.
Karim, de 51
años, está sentado con su hijo Amir Hussein ante su casa destruida de la
localidad de Baye-Bay, en Azerbaiyán Oriental. El pueblo tenía antes de los
terremotos del sábado unos mil habitantes y 200 viviendas. De ellas, sólo 20
quedan en pie.
Conmocionado,
el padre mira los escombros que hace sólo un día eran su hogar. Allí vivía con
su mujer y sus cuatro hijos, de los que sólo ha sobrevivido Amir-Hussein. El
resto sigue bajo las ruinas o quizá sus cadáveres ya hayan sido sacados. Karim
no lo sabe, sólo susurra muy bajito: "En un minuto todo había
desaparecido".
Y Karim no
está sólo con ese destino: tras los fuertes terremotos de magnitud superior a 6
en la escala de Richter producidos el sábado en Ahar y Varzeqan, al menos 250
personas perdieron la vida y casi 2.000 resultaron heridas. Más de un centenar
de pueblos han quedado destruidos, algunos totalmente, según datos oficiales. Y
miles de personas han perdido sus hogares.
"No nos
podemos permitir construir viviendas a prueba de terremotos y tampoco los
bancos nos conceden créditos para hacerlo, así que sólo nos queda rezar cuando
viene un sismo", dice Mayid, de 45 años, de Baye-Bay.
Él tuvo
suerte en la desgracia: él y su familia han sobrevivido, aunque su casa ha
quedado recudida a una pila de escombros. "Hasta que la reconstruya,
estaré muerto", se queja.
Casi todas
las semanas se producen sismos en Irán, pero no todos tan fuertes como los del
sábado en Ahar y Varzeqan. Las viviendas en las ciudades iraníes y también en
ciudades pequeñas son relativamente sólidas, pero en los pueblos basta con un
débil sismo para matar a muchas personas, pues sus habitantes no se pueden
permitir una construcción firme. Casi todos viven por debajo de la línea de la
pobreza.
"Muchos
podrían quizá haberse salvado si al menos hubiera pequeñas clínicas en el
lugar", afirma un trabajador de la Media Luna Roja, que no quiere der su
nombre. Pero no había, ni tampoco médicos.
Los heridos
graves tuvieron que ser llevados a hospitales de las ciudades más cercanas y muchos
murieron en el camino.
La Media Luna
Roja ha levantado en la zona en crisis tiendas y hospitales de campaña.
"Esto ha salvado a muchos, pero para muchos era demasiado tarde y eso es
muy triste", añade el trabajador humanitario.
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