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Hace una semana, otro Boeing 747 de Qantas tuvo que aterrizar de emergencia en Fiyi cuando se dirigía desde Sídney a Nueva York con escala en Los Ángeles.
Al parecer, el problema fue un defecto en la válvula de fuel que abastece a uno de los motores, y Qantas aseguró que el aterrizaje de emergencia se hizo sólo por precaución.
Unos días antes, otro aparato Boeing 747 de la misma compañía aérea que se dirigía a Los Ángeles sufrió en pleno vuelo un pequeño estallido que asustó a los pasajeros.
Varios testigos señalaron que vieron salir humo del motor, y el capitán indicó que éste se había "sobrecalentado".
La investigación inicial de Qantas determinó que el estallido se debió al efecto de las hélices de la turbina, y el avión continuó su vuelo hasta Los Ángeles sin más incidentes.
El pasado noviembre, un Airbus A380 de la aerolínea australiana tuvo que retornar al aeropuerto de Singapur cuando se dirigía a Sídney al sufrir una explosión tras incendiarse el aceite en uno de los motores del fabricante británico Rolls-Royce.
Qantas y otras compañías aéreas decidieron dejar en tierra sus modelos del consorcio europeo hasta comprobar su seguridad, y las reparaciones han costado 80 millones de dólares.
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