Brandon, un chico holandés de 18 años con problemas psiquiátricos, lleva encerrado, y atado a una correa sujeta a la pared, desde 2007. El cuarto que ocupa no tiene ventanas y apenas ha salido en los últimos tiempos a tomar el aire o dar un paseo. Recluido en un centro para disminuidos psíquicos del centro del país, sus cuidadores dicen que "oye voces que le incitan a destruir todo lo que le rodea". "También oye otras que le dicen que no lo haga, pero muy bajito". Su situación ha sido denunciada por una empleada, y el caso se ha convertido en un asunto nacional. "No le dan afecto. El personal que le atiende no sabe qué hacer con él. No es un tratamiento de estos tiempos", ha dicho Iris Mourits, que trabajó con Brandon. La oposición socialdemócrata ha pedido un debate parlamentario de urgencia al Gobierno, de centro derecha, que ha deparado hoy aún otra sorpresa. Según el Ministerio de Sanidad, "hay unos 40 pacientes sometidos al mismo régimen, terrible, pero conforme a las normas, por su propia seguridad".
Petra van Ingen, la madre del chico, ha filmado un video donde puede verse a su hijo intentado jugar con una pelota, comiendo y sentándose a menudo en una silla. La correa, de un metro y medio de largo, está unida una especie de arnés que lleva puesto en el pecho, y no llega para dar una vuelta por la habitación. "Rompe el corazón verle. Supongo que los expertos saben lo que hacen. De todos modos, así no consiguen nada", ha asegurado.
Petra van Ingen, la madre del chico, ha filmado un video donde puede verse a su hijo intentado jugar con una pelota, comiendo y sentándose a menudo en una silla. La correa, de un metro y medio de largo, está unida una especie de arnés que lleva puesto en el pecho, y no llega para dar una vuelta por la habitación. "Rompe el corazón verle. Supongo que los expertos saben lo que hacen. De todos modos, así no consiguen nada", ha asegurado.
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