Un helicóptero de la Policía Militar de Río de Janeiro lanzó pétalos de rosas desde el aire sobre el cementerio Murundu, donde fueron enterradas algunos de los 12 menores asesinados ayer, tras la masacre ocurrida en una escuela primaria.
Las miles de personas que asistieron a los funerales en el cementerio Murundu, ubicado en la zona oeste de la ciudad, miraron al aire sorprendidas y emocionadas mientras el helicóptero de color negro dejaba caer los pétalos sobre la multitud.
En ese momento se estaba celebrando el entierro de Laryssa Silva, de 13 años, una de las 10 chicas que murieron por los disparos de Wellington Menezes de Oliveira, quien perpetró una matanza en una escuela primaria en Realengo.
"Ese miserable destruyó nuestra familia. No tiene corazón. Lo que hizo fue horroroso", dijo consternado Jackson da Silva, padrino de Laryssa.
El secretario de Seguridad de Río de Janeiro, José Mario Beltrame, asistió al evento, así como efectivos de la policía. Cerca de las lápidas, se podía ver también a médicos y enfermeros que participaron en las tareas de atención a las víctimas.
Menezes de Oliveira, de 23 años, ex alumno de la escuela, mató también a dos varones, y se suicidó tras haber sido alcanzado por una bala de un policía.
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