Más de 60 personas, incluidas cuatro mujeres embarazadas y "nueve o diez niños" en edad escolar, dirigidas por un pastor evangélico cubano, llevan 22 días atrincheradas en un templo de La Habana y se niegan de abandonar el edificio.
El pasado domingo por la tarde el grupo permitió que lo visitaran los médicos. La iglesia de la Asamblea Pentecostal de Dios está vigilada por guardias durante 24 horas. La Policía local negocia con ellos. Sin embargo, desde la iglesia afirman que permanecerán en el templo "hasta que Dios nos lo indique".
Los protagonistas del encierro insisten en que su acto no tiene raíces políticas y que permanecen encerrados en el templo por su propia voluntad. Según indica William Herrera, el hijo del pastor responsable del encierro, se reunieron para un sencillo "retiro espiritual".
William, cuyo padre, Braulio Herrera, tuvo problemas con la jerarquía de su confesión, manifestó que este acto "solo es un retiro que tenemos todos los años, a veces más de una vez al año".
"Rezan para que el Espíritu Santo se haga presente en estos momentos en Cuba y dicen que en cualquier momento Dios se va a pronunciar sobre Cuba", dijo.
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