Un caso de ribetes policiales trajo aparejado una cadena de hechos anómalos que desde principios de mes alteran la tranquilidad de los vecinos de una barrio situado en las afueras de la capital salteña, donde al macabro hallazgo de restos óseos hasta el momento de procedencia inexplicable, se le han sumado, entre otras manifestaciones no menos aterradoras, una presencia espectral.
La situación parece digna de una argumento para cine de terror pero tiene aristas reales que pueden expresar vecinos del barrio Autódromo, situado a unos 20 kilómetros del centro de la capital salteña, que aseguran que desde hace un tiempo en el lugar se percibe una extraña sucesión de lo que bien definen como “cosas raras”.
Una rica crónica del periodista Miguel Escalante, del rotativo salteño El Tribuno, daba cuenta del hallazgo una calavera aun con carne y cabellos adheridos a la pieza ósea, en el frente de una casa situada en la calle Tadeo Tadías al 100. El aparente mensaje mafioso que podía estar encriptado en el hecho quedó rápidamente desbaratado: el cráneo había aparecido delante de la casa de una vecina y un elemental análisis de la situación llevó a los investigadores de la policía provincial a comprobar que la acción -es decir acercar la cabeza al barrio- había sido consumada por perros callejeros.
Sin respuestas inmediatas para interpretar la razón de lo ocurrido, el misterio pronto se vio incrementado. Tres días después del hallazgo inicial aparecieron frente a distintas casas del barrio más restos óseos, en este caso una pelvis, una tibia, un peroné y dos fémures y otra vez los perros quedaron en el ojo de la tormenta. Pero más allá de la voracidad en este caso macabra por los huesos, el enigma planteaba ¿de dónde sacan estos restos?, ¿corresponden a una misma persona?, ¿acaso un atroz crimen se ocultaba en los cerros?, ¿o se trata de piezas óseas de más de un cadáver?.
Espanto sin cabeza: Hasta aquí la situación objetiva que aún desvela a la policía salteña, porque al dia de hoy no se sabe a quien pertenecen esos restos que fueron remitidos a la Capital Federal donde se buscará con modernas técnicas forenses cerrar algunas de las incógnitas todavía abiertas.
Pero a esas incógnitas se suman otras que exceden el encuadre policial. Al menos por lo que se desprende de lo que también denunciaron a El Tribuno tres vecinas del barrio Las Colinas, adyacente al Autódromo, que el domingo posterior al primero de los hallazgos óseos, fueron testigos de una experiencia alucinante.
A la vuelta de un baile y en plena madrugada, las tres mujeres descendieron de un colectivo que terminaba su recorrido unas cuantas cuadras antes de Las Colinas y emprendieron el camino paralelo a los cerros. En esas circunstancias, entre la penumbra, vieron algo que literalmente les heló la sangre.
Ante ellas, sobre una calle de ripio y frente a un descampado, se movía con pasos inseguros una figura de apariencia humana a no ser por un detalle alucinante: le faltaba la cabeza. Las tres compañeras de una aventura impensada tragaron saliva y con el corazón a todo latido apuraron el paso en busca de llegar lo más rápido posible a Las Colinas.
El testimonio del trío en el relato que hicieron al diario salteño se centró en que se habían topado “con un espanto sin cabeza” que a criterio de las testigos transitaba por el lugar por una calle que corre junto a la ladera del cerro donde, como se verá, también se han registrado otras cuestiones no menos singulares.
Creer o reventar: La primera asociación del vecindario en torno al episodio vivenciado por las tres mujeres era que evidentemente, si con algo podía relacionarse la experiencia sobrenatural señalada, era con la cabeza que había parecido unos días antes frente a una de las casas de la calle Tadeo Tadías. Sin embargo, más sorpresas estaban aun por generarse en torno al episodio, por más que en el barrio Autódromo sus habitantes no prefieran explayarse demasiado sobre el fenómeno que, a no dudarlo, inquieta, preocupa y porque no, asusta. Si bien el “espanto sin cabeza”, figura que equivale en la idiosincrasia pueblerina salteña al concepto fantasma decapitado, no volvió a ser reportado por poblador alguno, hay vecinos que aseguran vivenciar ruidos extraños cuando transitan cerca del cerro y que no son los habituales a los que están acostumbrados a percibir en el lugar. Algunos de los vecinos que se animan reconocer los hechos extraños y de difícil explicación racional, los cuales comenzaron casi en paralelo con el hallazgo de los restos óseos, sostienen a media lengua que también creen percibir “sombras” perturbadoras en ese sector del barrio los perturban.
Aunque prefieren plantear los hechos anómalos como una suerte de sugestión que se fue extendiendo por la fuerte impresión causada por los huesos que durante tres mañanas tapizaron las calles del barrio Autódromo, hay quienes creen que “cosas raras” son las que pasan de un tiempo a esta parte en el vecindario donde el concepto “creer o reventar” gana día a dia, o quizás noche a noche, más adeptos.
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