Aparentan ser policías y, en realidad, son delincuentes. Los falsos policías operan en Bolivia cada vez con más frecuencia y sofisticación.
Llevan uniforme policial, credenciales, grados, armas reglamentarias y hasta órdenes para allanar domicilios. Salvo el revólver, todo lo demás es falso.
Este miércoles, por ejemplo, una banda de tres falsos policías fue detenida en La Paz, luego de que perpetrara el robo de US$ 6.000 a un boliviano que llegó de Argentina.
La semana pasada, otro grupo de siete falsos policías fue arrestado también en La Paz, con la particularidad de que contaba también con el apoyo de una falsa fiscal que autorizaba los allanamientos, y de falsos periodistas que le daban realismo a sus operativos, que luego se convertían en asaltos.
En este caso, el comandante nacional de la Policía, el general Óscar Nina, llegó a decir que la falsa fiscal tenía "tal poder de convencimiento" que estuvo cerca de persuadir a los policías que la detuvieron de que era una verdadera fiscal antinarcóticos.
Pero no sólo ocurre en La Paz, ya que hace tres semanas, en el departamento oriental de Santa Cruz, falsos policías antidrogas asaltaron a un camionero que transportaba soja y le robaron el vehículo.
El año pasado también se produjo el caso de una banda de falsos agentes que robó US$ 150.000 a una empresa cervecera en la ciudad de El Alto. No faltó el delincuente que, vistiendo un uniforme verde de la policía boliviana, se puso a custodiar un consulado extranjero, ni tampoco son extrañas las denuncias de que los suplantadores también extorsionan a parejas en los parques.
También hubo casos más graves como el secuestro de turistas por unidades policiales falsas que fingían una detención en comisarías montadas para la ocasión hasta robarles el dinero. Al menos uno de estos casos terminó en el asesinato de los turistas.
No existen estadísticas sobre la cantidad de falsos policías que han sido detenidos o denunciados, pero la lista puede ser interminable.
El director de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen de Bolivia, el coronel Óscar Muñoz, dice a BBC Mundo que "este es un tema de preocupación para la policía boliviana" porque "los delincuentes se presentan como autoridades no necesariamente uniformadas, a veces lo hacen con una credencial de policías, interceptan a los turistas, les requisan sus pertenencias y les hacen el ‘cambiazo’". La palabra alude a una típica operación de asalto mediante la cual los delincuentes cambian el dinero verdadero por dinero falsificado y sólo entonces dejan marchar a la víctima. Peor que esta forma de operar es aquella que se convierte en un secuestro. Los delincuentes suben a la víctima a un vehículo, le quitan las tarjetas bancarias y a fuerza de golpes le hacen revelar sus códigos secretos, con los que vacían el dinero de cuentas en cajeros automáticos.
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