En India hay una media de un móvil por cada dos personas, pero sólo una de cada tres puede acceder a un retrete para hacer sus necesidades. En su vecina China existen 800 millones de móviles. Y una mayor proporción de retretes que en India, sobre todo después de los JJ.OO.
Ambos astros se citaron con Lu Lei, una estudiante china, una aciaga tarde. La chica tenía un celular y estaba en el inodoro usándolo, cuando le sobrevino la tragedia: su teléfono nuevo acababa en el fondo del inodoro mientras escribía un mensajito de texto.
China tienen una gran ausencia de lavabos donde poder sentarse al estilo occidental, la mayoría son del tipo asiático (letrinas turcas, un hoyo en el suelo), una trampa muy dolorosa para el inconsciente que mete el brazo hasta el fondo para recuperar cualquier cosa. Lu Lei no lo sabía. Pero sabía que su teléfono nuevo era motivo más que suficiente para recuperarlo.
A Lei le dió al principio vergüenza alzar la voz en busca de ayuda, pero después de ocho horas tratando de liberarse comenzó a gritar. Los equipos de emergencia tuvieron que desmontar toda la cabina y picar el hormigón alrededor del inodoro con un martillo neumático. Mientras tanto la chica, tras horas oliendo los vapores que emanaba el pequeño pozo negro, caía desmayada mientras procedían a su rescate. Incluso le pusieron una toalla a modo de almohada, para que no tuviera que plantar la cara en la sucia loza, que bastante tenía ya la pobre.
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